viernes, 28 de enero de 2011

Acerca del "blog".

Este Blog se dedica a la expocision de la literatura libre, y libre expocision de cualquier manera literaria. 
Tambien se contiene una competencia acerca de un tema escojido semanalmente, los cuentos son examinados por algunos literatos, se escogen los 3 mejores y se publican según su calidad.
También si gustas sólo enviar un poema una expocisión acerca de lo que gustes: Son Bienvenidos.




El tema de esta semana es:
"Idolatria Artistica".





Los cuentos se pueden mandar a:
Sony934@hotmail.com




Mis ultimos minutos de vida.


                                                                Tema: Y si mañana muero.
Primer lugar.

20 de Septiembre de 2015, 11: 40 pm
20 minutos antes de mi muerte, pero tal cosa en este momento seria un alivio, con mi espina rota y mi lengua arrancada, este escrito y algunos analgésicos baratos son lo único que evita que muerda mi brazo hasta arrancarme una vena, solo espero no perder la poca cordura que me queda en los próximos 20 minutos.
¿Qué fue lo que llevó a un pobre diablo como yo a esta situación aun más patética? El amor por mi hija.
15 de febrero de 2014, 5:35 pm
Desde que la perra de su madre me pidió el divorcio, todo mi salario fue a parar con ella, y sin embargo las sanguijuelas que tiene de abogados se negaron a concederme el derecho a ver a mi niña a menos de que diera al menos el doble de dinero “¡Me niego a que me hija vea a su pseudo-padre que ni siquiera le da para comer decentemente!” Maldita zorra hipócrita, de seguro se gastaba el dinero en sus amantes, pero ella ya no importa…
Necesitaba el doble de plata para ver a mi hija, pedir un aumento salarial seria una total falta de sentido común, al igual que conseguir otro trabajo, a duras penas podía conservar mi empleo actual. Con el paso de algunos meses me resigné a que nunca volvería a ver a mi hija sonreír.
Entonces apareció Samael, el parecía saber exactamente por lo que yo estaba pasando, simplemente me ofreció lo que él llamaba “Caridad humana”, al principio le dije que no quería limosna, el solo respondió “No es ninguna limosna,  amigo mío, es un préstamo, pero no te preocupes, no te pediré un solo centavo, solo espero que cuando el momento llegue tu me hagas un pequeño favor”. Yo no confiaba en lo más mínimo en  aquel hombre, de hecho estando en cualquier otra situación le hubiera dicho que no, pero yo quería volver a escuchar a mi niña cantar, abrazarla, llevarla de compras, y leerle cuentos al final del día, cualquier precio que hubiera que pagar al final lo valdría, estaba dispuesto a tomar aquel riesgo.
20 de septiembre de 2014, 10:00 am
Para Samael su palabra es parte de su carta de presentación, inmediatamente recibí el dinero que necesitaba para volver a ver a mi pequeña y me sobraba suficiente para consentirla, pues su puta madre definitivamente no lo haría. Mi felicidad duró un año entero, la niña esperaba ansiosamente el fin de semana para ver a su padre, ella me platicaba de cualquier cosa que le interesara con una gran confianza, incluso me enteré primero que su madre de que ella había tenido su primer beso, solo me dijo “No le digas a mami, no quiero se enoje, me castigue y no te pueda ver la próxima semana.” Yo me reí a carcajadas por primera vez en años, verdaderamente no entiendo cómo una persona tan pequeña, me hacía sentir tan grande.
20 de septiembre de 2015, 00:00 am
Un año exacto pasó, después de dejar a mi hija en casa de su madre me retiré a mi apartamento, después de dos horas de malos programas de televisión caí dormido, solo para ser despertado por Samael quien sin más ni menos dijo “Come, bebe y coge, que en 24 horas te mueres” colocó un reloj de arena plateada en mi escritorio “Si tratas de hacer cualquier cosa, las consecuencias no serán bonitas…” Por último él me besó robándome la poca vitalidad que me quedaba, por primera vez me di cuenta de algo increíblemente obvio para cualquiera que no fuera un completo idiota: Samael no era humano. Y así sin poder moverme, dormir o siquiera llorar pasé mi última noche.
En el instante que salió el sol, me levante de la cama y corrí hacia mi auto, tenía que ver a mi pequeña una última vez; Pisé el pedal a fondo, milagrosamente no choqué con nada y llegué a casa de mi ex-esposa, ella me abrió de manera cínica, alegó que no me dejaría acercarme a mi hija a menos de que le pagara el dinero de este mes “Miriam, mañana me muero, necesito ver a mi hija, explicarle porque su papá ya no la va a ver”  ella me sonrió condescendientemente “¡Que conveniente! ¡Déjate de pendejadas y dame el pinche dinero, si no, déjanos tranquilas!”.
Fue razonar con ella probó ser fútil, regresé al carro, tome una pluma y una libreta, escribí tratando de explicarle de la manera más humana posible el porqué ya no iba a estar, una hora después me escabullí a la ventana de su habitación y metí la nota por debajo.
20 de septiembre de 2015, 6:00 pm
¿Ahora qué podía hacer? Estaba demasiado asustado como para intentar hacer algo contra Samael,  verdaderamente ya no me quedaban amigos a los cuales anunciarles mi muerte y mi fe estaba demasiado muerta como para ir a la iglesia, pero había un templo en el cual pasar antes de irme de esta tierra: El bar.
Las luces de neón y el olor de licores baratos llenaban el ambiente, pedí varias bebidas al azar, el sabor ya no importaba, solo quería olvidarme por un momento, por pequeño que fuera, de toda esta mierda, pero no, Samael no me lo permitiría, ¿Verdad?
20 de septiembre de 2015, 8:38 pm
Ya había comido, y bebido, pero faltaba un último pendiente, mi acompañante para mi noche final. No tuve que buscar mucho, casi inmediatamente se me acercó una pelirroja con algunos kilos de más, pero increíblemente bella, tenia cierto brillo en los ojos que me seducía, honestamente, quería poseerla en mismo momento que la vi… “900 más el cuarto” me dijo,  pagué la cuenta de las bebidas y la llevé al hotel más cercano.
Por un momento por fin pude olvidar a Samael, a Miriam, incluso a mi hija, en mi mente solo estaba aquel éxtasis animal. Su orgasmo llegó primero unos cuantos minutos después el mío llegó a terminar nuestro acto carnal, cayendo ella dormida en mis brazos mis ojos poco a poco se fueron cerrando llevándose consigo la imagen de aquellos senos suaves y pecosos.
20 de septiembre de 2015, 10:58 pm
Un sonido metálico me despertó, prendí mi teléfono para revisar la hora, me quedaba una hora, me recosté unos minutos para poner en paz mi mente y prepararla para el fin, cuando escuché la puerta abrirse “¿No leíste el letrero de no molestar, pendejo?” grité sin voltear a ver al intruso “Perdóname mi amigo, ¡Vaya modales los míos!” Esa voz era de Samael, no había duda, quedaba una hora y sin embargo el ya estaba allí “¡Que lastima que los hijos de esa mujer no vayan a ver a su mami de nuevo!” Samael se acercó y tocó a la mujer, ella despertó solo para dar un agudo grito de agonía para después convertirse lentamente en ceniza. “Mi amigo, creo que te dije que no trataras nada gracioso, y sin embargo le contaste de nuestro a trato a tu niñita.” Intente justificarme, pero mis labios no podían moverse “¿Sabes lo que yo hago con gente que dice mis secretos cuando prometió no hacerlo?” mi mandíbula se abrió hasta casi romperse, él tomó mi lengua con su mano desnuda y la arranco como si fuera el tallo de alguna planta “Y luego, te doy la libertad de hacer lo que quieras hoy y ¿vas a lugares de mala muerte como este? No mereces el privilegio de transportarte, es más, ¡Te lo voy a embargar por mal uso!” Me colocó boca abajo y con un solo pisotón destrozó mi espina dorsal. El dolor era agonizante, Samael tiró un par de pastillas a mi mano “Eso calmará un poco tu dolor… ¿Sabes? te queda más o menos una hora, te puedo dar pluma y papel para que te entretengas, pero quiero algo a cambio…” Dio una sonrisa llena de cinismo “Sabes tú ojo izquierdo es excepcionalmente brillante y hermoso…”
 21 de septiembre de 2015, 12:00
Oficialmente ya llegó mi “mañana”, solo puedo ver el papel y la tinta con los que escribo esto, puedo oler azufre y plomo, y solo puedo escuchar a Samael cantando “Le jazz hot” , mi fe está muerta, no espero ir al cielo, sinceramente no creo que pueda descansar en paz una vez que Samael acabe con su juego.
¿Qué hace que un pobre diablo como yo, en una situación aun más patética, siga escribiendo con la espina rota, la lengua arrancada y un ojo amputado? El Amor por mi hija.
Todo se pone oscuro.
Mi niña, te amo.
Querida Sofía.
Soy tu papá, posiblemente te estés preguntando porque no te he llamado, pues lo que pasa querida es que ya no te voy a poder visitar otra vez, un hombre malo le dio a papi algo de dinero para que mami no se enojara con nosotros cuando saliéramos a pasear, pero ahora ese hombre malo va a mata  llevarse a papá a un viaje muy largo  ese hombre malo va a hacer que papá se duerma para siempre. Pero no creas que es culpa tuya o de mamá, mi niña, los momentos que pasamos juntos fueron de lo más bonito que pude disfrutar mientras vivía.
Nunca olvides que tuviste un viejo que, aunque idiota, supo desde un principio que tú eras la mujer más hermosa en este mundo, un viejo que aunque se equivocó, siempre fue feliz de pasar contigo cada momento disponible, y lo único de lo que se arrepiente es de que ya no te va a ver crecer, nunca conocerá a sus nietos y no te entregara en tu boda…
Hija mía, mi niña, mañana me muero, no quiero que cometas los mismos errores que yo, no dejes que tu madre te controle, no dejes que nadie te mueva del camino hacia tus sueños, quiero que vivas las experiencias que yo no, que saborees los platillos que nunca me atreví a probar, que huelas mil y un fragancias y no restringirte a solo una, y quiero que seas feliz como yo solo lo fui al estar contigo.
Sofía, mi palomilla, guárdame en tu corazón y estaré siempre contigo, cuando sientas el viento particularmente agradable soy yo dándote un beso, cuando sientas el sol calentándote cuando sientas frío seré yo dándote un abrazo y cuando estés triste y empiece a llover, seré yo llorando contigo.
Te ama aquí y en la otra vida.
Tu padre: Vicente.

Esteban Lopéz.

Sensación de las diez de la noche.

                                                                     Tema: Y si mañana muero.
Segundo lugar.


He repetido la misma rutina en las últimas noches con la esperanza de que tal vez en una mirada sencilla, se pueda cumplir la fantasía que tanto he soñado. Quizás tenga que ser un poco más natural cuando me acerco a ella; cuando se revela curiosa, y hace una extraña mueca con la boca y la mirada que exhibe su desconcierto, por verme formado en su caja saturada de compradores y carritos repletos de mandado, y pudiendo pagar en otro lugar, donde hay menos gente. A ella le es extraño porque siempre lo hago, me quedo con ella, en su caja, admirando como pasa los productos por el escáner infrarrojo.
- Señor, pueden cobrarle aquí a lado.
- No, está bien.
- Señor yo le cobro.
- No, está bien.

Oscuridad afuera, siempre oscuridad, liviana, pintada en los ríos de una lluvia lunar, sobre un frío sutil. Camino lento, no porque no tenga a donde llegar, si no porque no tengo como dormir… y  cómo dormir un sueño que se sueña despierto.
El metro pasa lento en está ciudad rápida, y me detengo a mirarlo; aprecio el leve sonido de su canto abierto, callado, se le quiebra la voz de muerto y herido, y sigue su paso. El metro, el mismo de toda la pinché vida, crecí con él, ahora vivo en y atraves de él.
El tiempo juega conmigo, se sumerge en la telaraña de la lentitud rápida, acuchilla perniciosamente, y saboreo el deleite de un dolor vivo, real, y finalmente de las mismas y eternas lagrimas.

- Buenas noches, vuelva pronto.
No la quiero mirar a los ojos, tengo miedo, me cuestiono.

Es fresco.
Oscuro, siempre oscuro.
Quiero vivir desnudo en ese momento, brincar a las vías del metro y dormir sin preocupación, salir corriendo y gritar, sentir mi piel viva y sin telas, sin atavíos extras sobre el césped húmedo, y… a ella, a ella, quisiera decirle que le quiero de alguna manera… Hace días desperté otra vez solo, pero a diferencia de la soledad (Algo común), con la terrible idea de que moriría mañana. Por alguna extraña razón, me senté frente al metro, todas las noches a las diez, y espere la muerte, cuando daban las doce sentía el alivio de que seguiría viviendo. Entonces sentía ese alivio verdadero sobre los lagrimales secándose y ardiendo sobre caminos rojos.
Cuando comíamos quise decírselo, ella me miró.
- ¿Qué te pasa?
Y sentí la misma necesidad de decirle de mi cariño, y esos años de diferencia se hicieron bloques en su mirada.
- Nada. Nada.

Ahora me detengo todas las noches con la misma idea desesperada que no se ha podido hacer realidad. Y desde las diez de la noche contemplo las vías del metro con el mismo cántico, y con un chocolate Hershey y una soda. Alguien juega conmigo, si hoy debía morir, porque no sucede nada.
Esa mirada a terminado de revelar una idea distinta y difusa, sobre un paso tranquilo en la frescura de la noche, y los días idos, y el tiempo caminando con la sangre sobre sus pies descalzos… Y me cuestiono al verla.
- Son catorce pesos.
Cómo será el amor de una bizca, cómo será su mirada de cariño, cómo dirá te amo y se comerá tus ojos al hacer el amor… El sentimiento se ha ido, y me ha dejado libre una noche, y me atrevo a preguntarle.
- ¿Quieres tomar un café?
Hoy iré al metro.

                                                                                         Saúl Bautista.

Ulises y Paco.


                                                                       Tema: Y si mañana muero.
Tercer lugar.
Por: Alejandro Luna.

-¿Y si mañana me muero? ¿Y si mañana me enfermo?
No, no puede pasarme esto a mí. Me lavo las manos antes y después de comer, tomo el jabón nuevo, por que el que se utiliza mas de una vez tiene bacterias y esas bacterias me pueden matar, tomo el jabón el nuevo, primero le hecho agua caliente casi hirviendo para que se afloje la piel muerta, después me lavo las manos minuciosamente, detrás de las palmas, las palmas, debajo de las uñas, y me las enjuago hasta me quito la piel vieja.
La comida no quiero que la toquen me caga la comida procesada quien sabe por cuantas manos paso antes de estar en mi boca.
¿Y si  mañana me muero? ¿Y si mi corazón deja de latir?
No por eso como sanamente, frutas y verdura fresca no importa cuanto me cueste.
 ¿Y si mañana me muero? ¿Y si me pasa algo en la calle?
No nada de eso, eso no me puede pasar a mi, trabajo en casa, y le pago a paco para que valla por mis mandados y cuando crezca estoy seguro que abra otro niño al que pedirle que me los traiga.
Esto pensaba Ulises todas las mañanas, que siempre hacia lo mismo, era dueño de una empresa de cabronas, pero el pobre hombre no podía disfrutarla debido a sus miedos.
Vivía en un departamento, a pesar de que podía comprar la mitad del mundo y le sobraba cambio para darle al portero.
Ulises se levanto en la mañana, hizo su rutina como de costumbre, se lavo las manos, se baño, le pidió a paco que fuera por su comida y mas jabones, el obedeció, cuando se los trajo, estornudo por accidente en la mano derecha de Ulises, el se metió con mucho pánico dentro de su casa, pasaron algunas horas, y le comenzó a dar calentura,
 Y vio todo desordenado, se metió en su cuarto y tomo una pistola,  se acomodo en su cuarto, temblando esperando, se abre la puerta a la fuerza y entra paco con la cara llena de sangre y entonces….
Y bueno antes de continuar, déjenme hablarles un poco de paco.
Paco, no era un niño en realidad, era un adolescente, desentrañadle, había crecido con el mito de que los niños nacen de Francia, la cigüeña, santa clos, el ratón de los dientes, los reyes magos, dios. Demás de mitos. Cuando con el tiempo descubrió las mentiras ejercidas por sus padres, se convirtió en una persona desconfiada y cabizbaja, muy triste y más autodestructivo.
-¿Y si mañana no me muero? ¿Y si mañana sigo vivo?
Me levanto en la mañana, me fumo un gallo, me chingo a la vecina una o dos veces,  me voy con el barrio un rato ha tirar el rol, y mientras nos fumamos otro gallo,  en la tarde es hora de irnos con los greñudos locos, esos metaleros que le pegan hasta el resistol, y a veces aplican el clásico dicho si no tienes hazlo tu mismo y se ponen ha hacer metas.
Nos atizamos hasta ponernos como pollos, y tiramos nos vamos al parque de los 60º, hay vemos haber que recato se nos pone fiera.
Llego en la noche al cantón donde la jefa me pregunta, donde chingaos anduve y yo le digo en la escuela, ella como se la pasa trabajando ni cuenta se da.
Ese día, paco se levanto como de costumbre, se quería fumar el gallo, pero se le había acabado, así que no pudo chingarse a la vecina, así que fue con su amigo el barrio, el le dijo que no tenia tampoco el así que fueron por algo de Marihuana, pero no tenían dinero, y al fin llego su salvación Ulises. Le hablo, y le pidió comida y jabones, en camino, encontraron a un japonés con marihuana, y se la robaron, se fueron a la casa, pero estaban los Greñudos, con unas metas nuevas que al contacto se decía causaban hasta calentura, al tomarla se les callo un poco en la comida, para se mas especifico, entre la bolsa de soya que siempre escupían o muchas veces aventaban semen en el solo para burlarse de Ulises. Se metieron algo de meta por la nariz, y se fueron a la casa de Ulises.
-Ya pegado el levanton no hay que nos detenga mi barrio.
-Simon paco, ¿hay que ir por algo de refin antes de dejar el mandado no?
-Arre Cúa. Los ojos de paco y de el barrio estaban rojos y las pupilas dilatadas, se notaba lo drogados que estaban.
El barrio y el paco se conocían desde muy niños, son amigos de toda la vida, se defendían cuando el bravucón de Agustín iba tras ellos, recuerdo que escuche que una vez paco por defender a su amigo el barrio le pego con una piedra en la cabeza al Agustín cuando apenas tenia 10 años, el Agustín cayo al piso desangrándose. Expulsaron ese día a paco de su primera escuela.
Después cuando los amigos de Agustín golpearon a Paco, pues Agustín era de 14 y apenas estaba en 6 de primaria, junto a sus amigos y quiso ir a pegarle a Paco, lo golpearon con cadenas, con piedras, patadas, la sangre salpico los colores que representaban el “Barrio” de Agustín. Miguel junto a todos sus primos conocidos, y demás para vengar la ida al hospital de su amigo Paco, desde entonces conocen al Miguel como el barrio pues el junto a todos, fueron tras ellos, los encontraron fumándose un gallo, con los mayores. Los mayores eran un grupo de cholos de la vieja escuela que se dedicaban a reclutar niños. Los mayores les dijeron:
-que esto sea tiro limpio
-Simon que si. Dijo el barrio con enojo. Seguido de eso al Agustín bien marihuano, y se comienzan a pelear, el Barrio, le comenzó a pegar, en la cara y el por el mal estado que tenia cayo al piso, el barrio, lo golpeo tanto, nadie se metió hasta que le rompió la quijada y los nuditos estaban sangrando por tan salvaje golpiza propinada.
Se sabia que el Barrio y el Paco, eran famosos desde ese día en la cuadra, por eso los mayores les vendían marihuana mas barata de lo común, por eso el día que mataron a paco, todos los cholos hasta Agustín fueron.
Cuando terminaron de comer, fueron a dejarle los víveres al Ulises, pero no podían con los estornudos, que le había causado las metas, cuando llegaron con Ulises, Paco estornudo por error en su mano.
Con el tiempo Paco y El barrio tenían calentura y nauseas así que fueron a conseguir algo de yerba pues la del japonés se había acabado.
-Se escucho en la calle que el Agustín enveneno la mezcla de los greñudos.
Ese chisme les llego a paco y el barrio.
así que quisieron regresar a su casa a ir con su madre a decirle que había pasado, pero como el veneno les había pegado directamente en los pulmones, regresaron y entraron a la casa de Ulises, y entre lo atarantados que se encontraban buscaron por todos lados, la puerta de la salida, y entraron en un cuarto, en ese momento escucharon un ruido, era Ulises, se metió en su cuarto asustado con una escopeta de doble cañón que tenia ala mano en caso de que se metiera un ladrón, cuando escucharon el cerrojo los chicos, pensaron que se habían salido con la suya.
Así que entraron por error en el cuarto de Ulises.
Ulises, tirado en el piso, tenia la frente llena de sudor frío, pensaba, Y si me muero, y si el ladrón esta armado.
Paco pensaba, en que mañana se quería ir con la vecina changársela por última vez, la quería. Paco se dio cuenta que el verdadero tesoro es la vida solo cuando el sonido lo dejo sordo, solo cuando el disparo del doble cañón de la escopeta perforo su rostro cicatrizado y salpicado de sesos la ropa del barrio, y enveneno el alma de Ulises.
El olor a sangre Enfermo a Ulises. Cuando Ulises se dio cuenta quien era arrepentido cambio de dirección su arma y apunto directamente a su boca y como ultima pregunta se dijo. ¿Y si mañana no me muero y si mañana sigo vivo, como soportare la culpa?
 Yo nunca lo olvidare, paco era mi mejor amigo, y la carga no estaba envenenada, respetaban tanto a paco en el barrio que hasta el día de su muerte Agustín fue a su funeral.


domingo, 23 de enero de 2011

La mujer de mis sueños rotos.

1 Lugar
                                                                                        Tema: sueños.


 
- ¡Déjate de chingaderas!
- No espérame, te estoy hablando bien, no seas canijo.
- Mira cabrón, tienes varias formas de cooperar, tú escoges, pero no me hagas perder mi tiempo.

Aquellos años padeciendo una vela eterna, Antonio Castro se recostaba sobre la cabecera de su cama, intentando descifrar los enigmas del sueño, su pequeño librero se había llenado de distintos libros que hablaban de los procesos físicos, oníricos, sensoriales y psicológicos del sueño. Sin embargo aun padecía de los problemas para dormir; éste había sido el problema de toda su vida, a sus cincuenta y seis años de edad tenía la cuenta de medio siglo despierto, durmiendo a medias, sólo cuando el cansancio le vencía por completo.
- Conozco un remedio que no me vas a creer, pero tú dirás.
- Es que no creo en esas cosas.
- Me cae que pendejos como tú, sufren porque quieren; a veces es bueno abrirse la mente.
- Éste problema lo he tenido toda la vida, desde que tengo memoria.
Antonio Castro lo había intentado todo, excepto el recurso de su amigo Eleuterio Mina, ávido en las magias ocultas y vaivenes de la oscuridad. Mina había aprendido mucho sobre medios de magia ancestral en su pueblo, practicaba limpias y demás métodos de hechicería, alguna vez le leyó las cartas a la señora de Castro, una tarde de esas, cuando paseaban por el parque y ella invito al marido a entrar en el local de Mina, sólo por curiosidad, entonces Eleuterio predijo la muerte de la esposa de Antonio; entonces el viudo regresaría muchas veces a platicar con Mina, hasta hacerse buenos amigos, por los sabios consejos del hechicero.
- Hazlo hombre, si me escuchas, pronto estarás durmiendo. No te creo nada, tú esto lo pescaste el día que te mataron a tu mujer. Es miedo cabrón, hazme caso.
En ese detalle se equivocaba, claro que Antonio Castro padecía muchos miedos, y el asesinato de su mujer lo lastimó y le provocó un trauma, pero el mal del insomnio, había empezado desde muy pequeño en una tarde sonrojada, en que sintió una soledad  y una melancolía de viejo a los cinco años, y que empezaría a perseguirle por el resto de su vida. Castro no recordaba éste hecho, si quiera sabía a ciencia cierta cual de sus males era la verdadera causa del insomnio, su soledad natural, sus miedos, la melancolía, o algún trauma que se alojó en él, sobre el paso de la vida.
- Cuando duermo, cuando lo logro, no sueño…
Está sentencia le obliga a Mina a insistir, y Antonio Castro se empeñaba en decir que no, más porque esas eran cosas que él se empeñaba en decir que eran falsas.
- Entonces que chingados vez cuando estás dormido.
- Sólo cierro los ojos y luego los abro, es como ver una pantalla negra, y luego que aparezca la primera imagen de la mañana.
- Hazme caso hombre, no sea pendejo y hágame caso.

Antonio Castro tenía múltiples recuerdos, y muchas veces con ayuda psicológica, los había visitado a fondo, con el único fin de saber la razón de su mal, sin embargo su cerebro había borrado el recuerdo del primer momento en que empezó a sentirse así. En las múltiples sesiones psicológicas pudo encontrarse en una habitación vacía esperando a sus padres que llegaran, otras veces rodeado de muchas personas, y aún así en un mundo suyo, donde estaba solo, también pudo ver a las muchas personas que le habían rechazado y los muchos que pasaron por su vida y alguna vez lograron humillarlo. ”Secuelas”, algo así decía la psicóloga, que sentenciaba que esos comportamientos son imposibles de evitar en las personas, nosotros no los controlamos, lo único que podemos hacer, es impedir que nos lastimen, y mas aún que nos sigan lastimando después de muchos años; pero el daño estaba hecho en Antonio Castro que no sabía a ciencia cierta, que era lo que le robaba el sueño desde hace tanto tiempo.

Recostado sobre su cama, con un libro abierto que descansaba en su regazo, y con el reloj marcando en números rojos las cuatro y media de la mañana, le asalto la idea de la presencia de su esposa a su lado, cuando la iba a abrazar como consuelo de otra noche que no dormiría, se encontró con el vacío; entonces se puso de pie, miró la ventana empañada, la limpió y permaneció largo rato observando la oscuridad tan viva.
- Pues si no hay nada que perder.
Murmuro irrumpiendo en el silencio de la habitación.
Pisó con sus pies descalzos una caja de pastillas de somníferos, los recogió, una vez sentado en la esquina de la cama, nervioso, se sobó el píe, y jugo con el paquete de medicamento sobre sus manos, quiso tomarse una pastilla, pero su estomago de años de medicamentos estaba muy dañado, y el efecto le servía de muy poco para el terrible malestar que le estaba creando.
Apenas amaneció esa mañana de domingo, fue en la búsqueda de Eleuterio Mina a su local de hechicería, estaba cerrado, y esperó ahí con un cono de helado que se derritió en su mano porque estaba muy cansado para pensar en comer; además del descontrol de su extremidad agotada por la falta de sueño, que no le ayudaba a dirigir el helado hacia su boca. Esperó hasta que dieron las nueve de la mañana, entonces Eleuterio apareció caminando campante por la acera, felicidad a causa de que esa mañana, las cartas le habían predicho un buen día y un amor pasajero.
- ¿Qué te trae por aquí don Toñillo hijo de la chingada?
Apenas lo escuchó, volteó bruscamente y le miró con esos ojos desvelados de toda la vida y le dijo: Ahora si, acepto tu remedio.

Eleuterio Mina lo sito en los alrededores desérticos de la ciudad a las ocho de la noche, con su pijama puesta, y Antonio Castro llego vestido con su atuendo de dormir, sin haber entendido que está última instrucción fue un chiste.
Antonio Castro fue amarrado a una enorme roca café, a su alrededor danzaban humaredas grises que venían del este, en un resplandor de hojas secas quemándose a unos cincuenta metros de distancia. Castro pasó la noche en vela inhalando humo, brillando con las caricias de la luna, y mirando como venía la figura femenina de una hermosa mujer morena, con sus atavíos de “cucapah”, caminando lento desde del sur. Y nunca llegó.
- La luna es romántica, verdad. – Comentó Eleuterio mientras desamarraba a Castro en las primeras luces de la mañana.
- No me siento diferente.
- No tienes porque sentirte diferente mi Tonillo.

Las instrucciones fueron claras, durante ese día, y el que seguía, Castro no debía sentir sobre su piel la luz del sol, y evitar ver luces distintas a las de la luna, debía permanecer en un cuarto a oscuras, escuchando sonidos de la naturaleza o música relajante, debía permanecer tranquilo, y podría salir de la habitación apenas la noche devorara al sol, después de la tarde sangrienta. Aun así, salir no era recomendable, porque debía permanecer tranquilo, sin permitir que algo le alterara demasiado, y la ciudad es bruma y desespero, así que debía tener cuidado con el mundo fuera de la habitación de sombras; >>Sólo bebe leche, no tomes agua u otro liquido, si quiera la pongas a hervir; tampoco comas otra cosa; y no te asustes, porque puedes tener motivos, pero siempre ignóralos<<
Antonio Castro no padeció ningún problema, hasta después de las cuarenta horas, entonces comenzó a sudar, a hervir lentamente en su jugo, a tenerle miedo a la oscuridad, a sentir pasos donde nada había, a sufrir su estomago que se revolvía lentamente, comiéndose a sí mismo; sintió que el reloj se movía lento, y tres horas le parecieron seis, entonces sólo eran las cuatro de la mañana, salió a la calle, intentando refrescarse en los aires frescos de la mañana, pero el fresco lo golpeo de tal manera que comenzó a titiritar, se sentía quemándose por dentro y frío por fuera. Regresó a la habitación agitado, con un terrible dolor en el estomago, pasaron quince minutos cuando comenzó a sentir unas manos frías sobre la espalda, un respirar lento sobre su oreja, entonces se atrevió a prender la luz. No había nada.

Después de las cuarenta y ocho horas viviendo a oscuras, pudo vivir el día de manera normal, a penas llegó la noche, y se recostó en su cama, durmió los sueños que no había dormido desde hacía años.
- No puedo creerlo.
- No sea pendejo mi Toño, usted nunca ha querido creer… Ahora que lo ve, supongo que menos.
Pasaron días, y Antonio Castro seguía durmiendo apaciblemente, hasta que una noche lo último que pensó antes de acostarse fue la idea de la esposa muerta, y sin darse cuenta de lo que era real y lo que no, si estaba durmiendo con los ojos abiertos, o soñando un cuadro con la perfección de los detalles de su habitación; Castro pudo ver como una silueta femenina, fraguada de sombras, habría la puerta en la oscuridad de la noche; sintió las caricias de unas manos suaves, féminas y de uñas largas, ella se posó a su lado, le beso con una pasión febril, que no acabó hasta que la mañana irrumpió en la habitación atravesando la ventana, y ella se hizo granito, y el se acalambro de la cabeza hasta el dedo pulgar del pie; desde entonces no volvería a soñar tranquilo.
- ¿La besaste?
- ¿Por qué?
- ¿Qué hicieron?
- Es malo.
- ¡¿Qué hiciste pinché Toño?!
Desde entonces tenía pesadillas que empezaban tranquilas, alegres, con la figura indefinible de una mujer, que se hacía granito oscuro, y venían las historias por segunda vez de toda su vida, y otras inventadas de una imaginación volátil y mal herida.
Antonio castro se dio cuenta de que soñaba con los ojos abiertos, el día en que despertó en un parque muy lejano a su casa, con las ropas desgarradas y con la boca seca de tanto gritar.
- Cada vez son peores.
- Te vamos a tener que amarrar a la cama mi Toño.
- Y luego.
- Mata a la sombra, antes que se deshaga.

Fueron varias semanas en que Castro no pudo evitar la seducción de la mujer de sus sueños y pesadillas, la noche en que logró rechazarla, fue la ultima de todos los días de sueño. Ella se posó a lado de su cama, le besó, le quiso, y él viviendo en dos mundos al mismo tiempo, llego a su pensamiento la idea de la mujer y la pesadilla. La empujó, y pudo ver su rostro sin forma, ella gritó enfurecida, un quejido furioso y chillón de una mujer que no tenía boca.

Antonio Castro sentado en una silla de madera.
- Mírame a la cara.
- Eleuterio…
- Cállate pendejo.
- ¿Qué le paso a tu cabello?
El hombre saca de su chamarra una pistola.
- Sé como murió tu esposa.
- Asesinada.
- Cállate pendejo.
- Eso…
- Tu vieja era una calienta camas.
- ¡Pinché Eleuterio…!
Castro recibe el golpe de la cacha.
- Cuida tu lenguaje cabrón… Dame lo que busco.
Silencio.
- ¡Háblame pendejo!
- ¡Qué quieres!
- No grites cabrón, que tu vieja no se murió por nada, tú sabes, yo sé, ella sabía, dame lo que vine a buscar hijo de tu puta madre.
- No sé que buscas.
- ¡Déjate de chingaderas!
- No, espérame, te estoy hablando bien, no seas canijo.
- Mira cabrón, tienes varias formas de cooperar, tú escoges, pero no me hagas perder mi tiempo… Tu vieja se murió por puta, y sobre todo… por después hacerse de la boca chica.
Castro se levantó, mientras Eleuterio caminaba rápidamente detrás de él.
Entró en la cocina, consiguió un cuchillo largo, y espero apacible a Eleuterio, y pasaron diez minutos largos y no entraba, entonces se atrevió a abrir la puerta, y recibió otro golpe de la cacha en el rostro.
- No aprendiste nada de estar amarrado a una pinché roca.
- Déjame cabrón.
Un balazo a la rodilla.
Un grito seco.
- Haber cabrón, me vas a decir.
Antonio Castro se levantó con dificultad, y se atrevió a hablar.
- Te voy a decir…
Fue rápido, dijo una frase tan corta, y tomó impulso con la pierna buena, y dejó ir la cuchilla tantas veces sobre el cuerpo de Eleuterio Mina.
- ¡No seas pendejo, que te quiero ayudar!
Otro balazo atravesó el vientre de Castro, aun así, no dejó de hacer llegar la cuchilla contra Mina, hasta que lo vio sin movimiento.

La mañana irrumpió en la habitación, iluminó poco a poco el cuarto con la luz que entraba por la ventana, y sobre el pie del cristal, Castro dejaba ir sus lágrimas heridas. Ella irrumpió el silencio, seguía siendo oscura, sin rostro, sin ropa, sólo una silueta de tres dimensiones femeninas y sensuales.
- Vete de aquí.
Le extendió la mano.
- ¡Déjame en paz!
Y ella no se detenía.
Castro corrió fuera de la casa dejando hilillos de sangre, con la pena cargada a su espalda, con los puños crispados y con la calentura por dentro y el frío por fuera, perdido en dos dimensiones, soñando con los ojos abiertos, con la ropa rasgada, perdido en un mundo que no es el suyo, perseguido por una mujer sin forma, sin rostro…
Dentro de la casa se quedó Eleuterio Mina, muerto sobre los pies de la escalera, con la sangre fresca, y sobre su piel anciana la marca plasmada de lo golpes contusos, y arriba, la habitación de Castro desordenada, y la ventana abierta y empañada de un aliento que se deshace lento, y con la cama, las correas rotas de Castro.


                                                                                                 Saúl Bautista.

Tuve un sueño

2· Lugar
                                                                    Tema de la semana: Sueños.
Tuve un sueño.
Por Alejandro Luna.

¡Tuve un sueño!, me levante con el dolor en mi corazón como de costumbre, con el alma cansada, y el cuerpo desecho, pero soñé.
Un estudio medico decía que la gente envejece mas rápido cuando esta triste.
Tengo muchos años deseando la muerte y sigo con la misma cara, y con un montón de años cargados a mi memoria.
Hay Yessi, eres un suspiro, un aleteo en mi memoria, una enfermedad mental incurable, un síndrome de un loco en peligro de extinción, y yo soy ese loco.
Cuesta trabajo ser un misántropo, cuando ella me conoció era un hipócrita, era un don nadie, vivía en un trabajo que no me gustaba, comía la comida de una empresa de dudosa procedencia(al parecer asiática) conocía a gente que sonreía sin ningún motivo y su labios grasosos por la saliva me daban unas ganas de vomitar, solo pensar en los animales asquerosos que somos, ese pelo que nos sale en la cara, ese sebo que sale de las axilas, ese sudor de olor repugnante, mataría a todos si de mi dependiera. Pero ella, ella vio lo bonito del cero. Ella me vio y supo que era diferente que no era de ellos, que no pertenecía a la manada, y me lo dijo, quiso hacer que cambiara de opinión. No lo logro si no lo corroboro.
Mi madre me dijo que si la vida te da golpes, aguántalos y nunca dejes que te venzan. Prendo el cigarro, ya me dejaron salir del cuarto que me tenían.
Me siento y sigo pensando y lo grito al mundo, ¡Hoy Tuve un sueño!
Nadie conoce la soledad hasta que tiene tanta imaginación como para escribir un cuento para empezar personajes imaginarios, por que al amanecer de la soledad, solo ellos están a tu lado tu mente, la oscuridad de tu alma procura siempre que no te desalienten tus atrocidades más profundas.
 Yessi y yo, vivimos juntos, ella sabia que no soportaría a nadie mas que a ella, que ella hacia que valiera la pena pensar en un mundo diferente, que despertar cada mañana, que su sonrisa era mi amanecer. Que su sola presencia me hacia sentir vivo.
Crecimos juntos, ella me enseño que el ser humano no es malo por naturaleza, si no por supervivencia. Le intente enseñar que no podemos confiar en todas las personas, ella me ignoro por completo.
Confiaba en la gente más de lo común, no dudaba ni un segundo.
Tuvimos nuestros desacuerdos pero siempre nos quisimos mucho, hasta que un día paso, nos separamos, ella se fue a vivir a México DF, mientras yo me quede en Mexicali.
Ella sabia que la amaba y ella me amaba ami también no tenia por que dejarme, cuando se fue ella su madre lloro y nos sentimos muy orgullosos de haberla hecho llegar tan lejos, como la queríamos.
Se convirtió en una abogada famosa, de las mejores de todo México, ella siempre pudo ser lo que quiso. Pero ella quiso defender al débil, y eso la hizo ser grande, ella siempre guardo respeto, y nunca se hinco ante nadie.
Un día que iba a su trabajo, una señora de mucha edad, estaba siendo asaltada, y ella saco gas pimienta de su bolso, y se lo tiro a los ojos, la señora golpeo al asaltante, y tiro la pistola. La señora que salvo, era una diputada muy famosa, que gracias a eso hizo que la metiesen en la política.
Llego a ser una gran diputada de la cámara de senadores.
Ella siempre tuvo ideas firmes ella siempre fue lo mejor de mi vida, y se convirtió en el final de la misma, yessi.
Al fin llego la época en que le toco votar, pero un tema muy difícil estaba invadiendo el país. La legalización de las drogas, ella voto a favor, y los narcos, que a ellos no les convenía aquello decidieron, amenazar a todos los que estuviesen a favor.
Yessi, era de decisión firme era una persona de principios no se dejo intimidar, cuando un loco con una pistola se la puso en la cien y le dijo que votara en contra. Ella le dijo que no, que prefería morir que morir. Esa noche fue mas oscura, la vida mi vida se torno pálida, la mataron. Le dispararon.
Ni mil cuentos pueden aliviar el dolor de un hijo muerto, ni la locura de mi vida puede interpretar el dolor que siento al saberlo.
Nada cambiara, todo sigue igual, nadie la recordó fue un héroe anónimo que nadie reconoció y que nadie supo ni su nombre.
Mi mujer se suicido, yo busque a los hombres que hicieron esto, y una noche me pareció escuchar de mi hija y mate al pendejo que dijo algo de ella.
Ese día me llevaron los policías y les dije por que lo había hecho, ellos dijeron que no la conocían.
En unos meses después fue mi condena y el juez dijo que nunca existió yessi, que fue un invento de mi imaginación y me marginaron a la soledad continua de una celda de colchones, solo me dejan salir a fumar, pero juro que cuando salga de aquí, buscare al maldito que lo hizo.
Tuve un sueño, en el sueño ellas estaban vivas, ellas seguían felices y conmigo mi dolor, era una fantasía y esta casa era dulce, mi mente tranquila me hacia feliz y el trabajo que tanto odie lo ame, mi vida no era mas que una fantasía y la mujer de mi sueño siempre fue una realidad. 

sábado, 8 de enero de 2011

“Love”.


                                                                                Tema: Blusa Blanca. 

Primer Lugar.



Fingiré dormir un rato, haber si decide irse. Huele mucho a vainilla, y siento un sopor que se eleva, danzando sobre mis mejillas y derribando mis pupilas, pero estoy más despierto que nada, por ello haré como si estuviera dormido, tal vez se enfade y se valla.
No es que me crea ese tipo de cosas, aunque este frente a mi, tengo mis razones para intentar encontrar alguna explicación lógica.
La tarde de hace dos meses, quince días, con quince horas, catorce minutos, tuve un sueño increíble, pasajero y curioso, capaz de montar las ideas de una esperanza, un ensueño, y algo de algarabía. Debí despertar media hora antes, a causa de ello, me encontré en un lugar que desconocía, y con el tiempo retrazado para volver a casa.
Perdí la paciencia sentado en la banqueta, empecé a caminar, y me detuve en una tortería, a razones de un hambre que devoraba mis propias tripas.
Sentado y esperando una torta de bistec, ordenada para llevar, pude ver al camión irse lento. Me resigne a esperar otra media hora el autobús y sus llegadas tardadas.
Ella apareció, me sirvió mi orden, con la diferencia de que era para comer ahí. Pase rato intentando devorar el chicle, que llaman torta, mientras ella posaba sus ojos en mí, en un juego de mirar las nubes, los carros, las rayas sin forma pintadas sobre los muros.
- Me llamo Wendy.
Contesto cuando un sujeto le pregunto su nombre, y yo con la misma torta de hace una hora, más chicle que antes y siendo perseguida por las moscas; ella lo dijo, y reía de los chistes, pero no dejaba de verme a mí, ni yo de verla a ella. Desde entonces gastaría más en tortas que en otra cosa.
Se llama Wendy, siempre la veo en el mismo establecimiento, sirviendo tortas hasta las mesas, y cobrando, usa un mandil rojo, y una blusa blanca con el sello de la tortería, y un pantalón negro, y la misma sonrisa calida, y las mismas expresiones que me estoy aprendiendo, en cada detalle fino. Lo digo para mí, sin darme cuenta que ella lo escucha.
- Tú no me haz dicho cómo te llamas.
Y en ese momento no me acuerdo.
Después la vuelvo a ver a la salida de la universidad, luego en el supermercado, luego en el cine, luego en un camión y en todas partes se me traba la lengua, y ella me saluda con una sonrisa.
Hace dos semanas, en un parque en el que estuve obligado a pasar por razones de la casualidad, la encuentro.
- ¡Hey! Tú eres el que no tiene nombre.
- Y tú eres Wendy.
- La del mismo establecimiento, sirviendo tortas… no recuerdo lo que sigue.
Nota que me altero.
- Que casualidad verte aquí.
- La casualidad no existe…- Se acerca – Soy tu angelito de la guarda – Me dice al oído, y saboreo su aliento tan cercano.

Comienzo a hablarle, venzo el terrible problema de mi boca trabada y mis ansías que obligan el sudor de mis manos…
Ella es Wendy, a secas, en silencio, tranquila, sin mucha historia, se viste de blanco, y su blusa favorita es esa, la que tiene el lema de “Love”, en fondo amarillo, y delineado de azul claro, sobre la tela blanca que parece tan suave… Serena, recibe a todos con una sonrisa, te acepta las conversaciones, siempre y cuando no incluyan groserías…
- Nunca me han gustado. – Dice al escuchar que hablo solo en un intento de voz baja, que se escapa de mi pensamiento.

Hoy encontraría la vergüenza y la derrota.
Corría detrás de mí. Encuentro un camino que no llevaba a ninguna parte, quedo de frente, a su cara de loco, su hambre en un rugir de tripas, que podía escuchar desde la distancia; lleva un desarmador en la mano izquierda, y abre y cierra los ojos, parpadeos de maniaco, del desespero que le carcome las ansías. >>Suelta la cartera puto<<
Me hundo en el miedo, me toma la espalda y me deja morir lento en la inmovilidad de mis extremidades, y escucho una voz que muy tarde noto que es mía.
- Chinga tu madre.
Y siento los golpes, y pido a Dios que no me mate, que no use el desarmador, y siento el torbellino, y el suelo cubierto de piedras y mis heridas abiertas…
- ¡Hey!
Y se lleva mi cartera, y desaparece corriendo entre las paredes pintadas de líneas retorcidas y violencia marcada.
Ahora permanezco sentado en el borde de la mesa, pensando en una mentira que no creí que lo sería, y la tarde cayendo afuera, y ella muy cerca, y padeciendo un sueño que no termina de hacerse realidad sobre mis ojos, y la necesidad de fingirme dormido.
- Te pudo matar.
Y finjo dormir, mientras escucho el murmullo de la Cienaga comercial, siento el rojo sobre mi espalda, y la hinchazón de la mandíbula.
- Podría ser invisible.
Decido hablar y cometo un posible error; me reincorporo, la miro con su blusita blanca y el letrero que dice “Love”, veo su rostro de mujer, del ensueño, de la palidez y la tranquilidad.
Es Wendy, a secas, apacible, con aura de tranquilidad, brilla al sol, y no sale de noche, su consejo, y una mano que sana, que abre la llaga para lavar de lagrimas y permitir que la herida cierre, donde no se palpa con las manos, si no con pupilas de alma y razones de un supuesto corazón…
- Tiene puesta la llama de un cariño natural, y la sencillez humana, conciente, apacigua…
- Y bla, bla, bla… Dijiste que podías ser invisible.
- No es un privilegio.
- Puedes.
- Si. – Contesta con un rostro de dolor.
- Hazlo.
Y se desvanece en la penumbra de una noche que nace a fuera del centro comercial, y en el murmullo del mundo caminando, y en la luz artificial sobre mi cabeza que simulara es muy temprano, y en el rocío de mis parpados, y en mi espalda enrojecida…
Entonces me levanto, y juro por la eternidad de su vida de ángel, no volveré a tocar una torta en lo que me queda de vida…


                                                                                  Saúl Bautista.

Mi suerte por un cuento.



                                                                                           Tema: Blusa Blanca.

Segundo Lugar.


Hoy me levante con ganas de ir con mi novia, es temprano, ella me llama como a eso de las 9:28Am. Que por que tenia que hacer un examen en la prepa de la materia que réprobo, física. Pues yo como andaba en no hacer nada, solo esperaba el momento de la llamada.
Me llama y me levanto, corro hacia el carro y pienso. Hoy nada pasara todo Será perfecto estaré con ella, y será un buen día.
<< Grave. Gravísimo error >> pensé después. Pero primero lo primero, en el patio, estaba la blusa blanca de mi hermana mayor, ella es muy materialista, su blusa favorita. Alguien puede amar a un carro, una persona con tanta pasión como ella amaba esa blusa blanca.
Para mi suerte una noche antes los retos de Saúl y mi elevado ego nos llevaron a la competencia de un cuento, por lo que me había tomado la noche discutiendo con él, Acerca de cual era el mejor de ellos, en pocas palabras estoy bien madreado por la desvelada.
Bueno el día corría  normal, pero entre la normalidad y la belleza de lo cotidiano, la desventura siempre termina encontrándote, hasta en el detalle más mediocre y casero. Y éste no fue la excepción que hace la regla valida, en el momento que iba sacando el carro. El tendedero estaba enfrente con la blusa favorita de mi hermana, y la antena jaló la blusa, eso hizo que cayera en la llanta izquierda, en donde está el asiento del copiloto.
Jale aquella blusa y sin darme cuenta, lo arrastre con la llanta, cosa que se pego con el excremento del perro de mi hermana, el perro Rocco.
Llegue con mi novia sin percatarme de aquello, pasamos un tiempo juntos y me regrese a la casa y vi la blusa tirada, rota, desecha, igual y una pequeña rotura; se la hubiese arreglado, pero no fue así, estaba completa y desgraciadamente toda rota.
<<Chingado>>, pensé, así que fui por refuerzos, y como estaba corto de efectivo, fui a la casa de un querido amigo mío llamado Ricardo. Déjenme hablarles de Ricardo el era un antiguo punk de los tiempos del cólera, siempre traía una playera negra pero reformado(o deformado) por afanes del destino y se había convertido en un hombre de bien era un poco gordo güero algo tímido, pero muy leal. El se levanto bastante modorro, acababa de levantarse, y con los pies descalzos solo con los calcetines me dijo:
-Que pedo, Wei.
-Oye Wei hazme un paro ponte los tenis y fuga.
Seguido de eso, el pobre hombre en su afán de ayudar olvido el ayuno, así que también fui a conseguir otro acompañante.
 Así que fui con el Pizarro, primero déjenme hablarles de el, el era tatuador en los Ángeles, y le decimos Pizarro debido a que tiene toda la piel tatuada como un pizarrón viejo y sin limpiar, fue cholo asalta bancos y un tiempo punk anarquista de lo peor, el era ateo y haría lo que fuera solo por diversión, tiene el pelo hasta los hombros y un bigote que hace parecerlo Patinador profesional de patinetas.
Le pedí el dinero prestado.
<<Maldita sea>> me dije, estaba tan pobre como nosotros, así que Ricardo le pidió dinero a su madre para prestármelo, nos subimos al auto, pero a la hora de sacarlo que pega el retrovisor derecho contra una pared de ladrillos que esta enfrente de mi casa rompiéndolo completamente, cosa que el carro tampoco era mío si no de mi hermana también.
Ahora eran 2 cosas que conseguir: su maldita blusa y el retrovisor del carro.
En la radio se escucha la canción de la rubia y el demonio de panteón rococó, seguido de burlas, de mis amigos debido a mi estupidez, mi hermana, llegaba a las 4:30Pm, y eran las 12:00pm, también había tomado su automóvil sin permiso, el plan estaba dividido en varias partes, además mi escuadrón estaba completo Ricardo, Pizarro y yo.
Parte 1
Limpiar la evidencia.
La coartada era buena y simple, le diría que saque el carro para limpiar, el patio donde lo guarda, y que su blusa blanca, la metí pues ya estaba seca.
Así que empezamos a limpiar un patio de 6*5,  que estaba llena de mierda de perro olorosa, ninguno de mis “scouts” estaba desayunado, así que nadie vomito, pues sin nada en el estomago nos era imposible. Limpiando los rastros de aquel plástico duro que pertenecía al retrovisor, y los pedazos de tela con mierda arrastrados por el piso.
Terminado eso seguimos con el plan.
Parte 2.
Búsqueda del Plan B.
 Eso era simple, pero no por menos complicado, teníamos que hacer que ningún cabo estuviese suelto y en caso de que no hubiésemos cumplido bien con ningún de las anteriores partes del plan.
Pizarro y yo limpiamos el carro, así diríamos que me caí encima del retrovisor, intentando limpiar el techo, por lo que para poder hacer que esa coartada funcionase, me pegaron con un bat de béisbol en las costillas hasta que quedo morado, procurando no romper ninguna (puagh perdón escupí sangre) costilla.
Parte 3.
Búsqueda del remplazo.
Todo esto se podía evitar consiguiendo el remplazo del retrovisor y de la estupida blusa blanca, así que esta fue la parte mas decadente, conseguimos la blusa en un tianguis, no era muy nueva pero lo conseguimos, y ese era el punto.
Seguía el retrovisor, fuimos a cada yonque de la ciudad, por lo que terminamos en dos partes más sobresalientes.
I.-Calle Unión de yonques
Llegamos y un señor de olor extravagante (por así decirlo), juro que lo tenia, y Davis me pregunto, oye y que chingados tiene de especial esa blusa blanca, a lo que solamente reí. El señor solo tenia el izquierdo (llego a pensar que el lado del copiloto de aquel carro Gio Metro, esta maldito, una vez  choco el carro y todos salimos ilesos menos el copiloto que era yo (mierda pinches recuerdos)).
II.-Nuevo Mexicali
-Este fue el primer carro de mi hermano.
En el carro iba sonando la canción de Beirut, nantes. Y Ricardo me pregunta
-pero y el rojo
-este fue el primer carro que compro mi hermana con su dinero. Corrijo.
-y la blusa blanca.
-Una vez que fue a Chiapas iba caminando por la acera mi hermana, y una muchacha que estaba con su bebe también pero en sentido contrario a unos metros de ella iba pasando un militar, y por la falta de respeto de la chiapaneca al no bajarse de la acera, un pedo estilo judío en tiempo de el holocausto Wei, algo cabron, pues la empezó ha agarrar a chingazos, y mi hermana al ver tal abuso metió el cuerpo para que no le pasara nada al bebe, el paramilitar, como que se aburrió y se fue riéndose.
Mi hermana termino con su ropa sucia, por lo que la muchacha al ver la valentía de mi hermana le regalo la playera que había apenas comprado, ella se la puso, y le agradeció. Por eso es tan especial esa blusa.
Freno el carro, llegamos con 2 mecánicos, que charlaban.
-Oye Wei y ¿tu que prestarías el carro o la vieja? .Dijo un mecánico.
-pues el carro.
-¿y tu?
-Pues la vieja.
-a no seas mamon, ¿y eso?
-Pues si Wei, a la vieja ya se lo que le van a hacer, pero al carro quien sabe.
<<Oye mano no tendrás hay entre la bola un retrovisor de un “GIO METRO”>>, le dije interrumpiendo su charla a lo que ellos voltearon tomando los tirantes de los esquiroles que traían llenos de grasa y aceite de motor, además de unos tenis estilo choclos, bastante viejos.
-Fíjate que no mano, ¿oye y tu que prestarías?
Parte 4
Valió.
-¡chingado, chingado, chingado! -Decía al mismo tiempo que caminaba.
-ni los pinches buitres contestan. En el desierto mis amigos y yo, caminando buscando algún rayte, para ser mas exactos la salada.
-bueno recapacitemos cabrones. Nos dice Pizarro, que estaba a mi derecha jugando con una lata.
-que vamos a recapacitar Wei, llegamos, le contestaste con una pendejada. Nos reprocha Ricardo
-Pues cabron quien iba a pensar que eran Chakas, y que traían cuernos de chivo, además no pensé que se hubieran enojado por eso.
Me hubiera gustado pensar que era una mejor idea llevarme al Pizarro, pero no lo fue.
Lo que paso fue lo siguiente, el Wei nos pregunto
-¿oye y tu que prestarías?
 -Mi amigo Pizarro contesto pues a tu vieja.
“Reímos de lo lindo” el hasta entonces conocido mecánico, nos invito a tomarnos unas “birrias”, nosotros aceptamos gustosos, y un norteño que llego de la nada empezó a disparar en el aire con una pistola 9mm Semi-Automática, nos levantamos y con todo el respeto del mundo dijimos:
-Nos tenemos que ir.
-No valla que se nos estén chabaleando. Dijo el norteño.
-No que pues pero es que ocupamos esa parte si no pues mi hermana me va a matar, y aun no la tenemos y ocupamos ir a buscarla.
-Órale pues cabrones.
Fuimos al carro y Pizarro movió la blusa blanca y la hizo notar y el norteño nos dijo:
-Oye cabron, fíjate que me gusta tu blusa blanca.
-Si señor pero no se la puedo dar.
-La va a hacer de tos.
-no pero pues es de mi hermana haga el paro.
-Mmm....., Órale pues chinguen a su madre de aquí.
Eso iba muy bien, pensé, no nos dirá nada, cuando de pronto que le dispara ala llanta de atrás del carro, abre el carro y nos saca, seguido de un grito de guerra.
-Saben que nos lo llevamos a la salada nomás por culos.
-No aguante señor, aguante. Gritamos en un unísono.
Nos aventaron en el desierto de la salada y así acabamos ahí, algo embriagados, caminando hacia la nada, saben lo único que aprendí de este día (ya era de noche al terminar) que hasta el detalle mas pequeño del mundo siempre se puede volver el  problema gigante. Lo único bueno fue que saque este cuento, mis amigos ya les hablaron a los demás para que pasen por nosotros, pero siempre me digo a mi mismo la primera ley de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal, y al fin y al cabo las cosas siempre pasan solo por que si o ¿es acaso que dios nos odia?


Alejandro Luna.

Conciencia que se lava a mano.

Tercer lugar.

                                                                                    Tema: Blusa blanca.


Deseos neutros, dispuestos a tomar caminos tan radicales en poco tiempo.
Sin negarse ni pelearse aceptan las manzanas que le ofrecen la vida y la suciedad de estas.

-¿Quién soy?-
-Me inundo en un mar teñido de blanco-
-¿El mar verde revoleteado de piscas de  color café,  donde me acariciaba un brisa del horizonte, donde quedo?-
-No tengo destino al estar aquí, ni siquiera puedo moverme gracias a esos respiros del horizonte que tanto gozaba-
Se escucho un tintineo y de repente se soltó una fuerte brisa de aire, ella bailo nuevamente gracias al soplo que entro de la puerta de la tienda, se sintió tan feliz recordando cuando se movía al compas del ritmo del aire. Mientras seguía el ritmo fue tomada a la fuerza, sin capacidad de resistirse fue tomada de su salón de baile, y llevada a un espacio oscuro donde la poca luz que veía se le fue arrebatada.
-¡Porque me pasa esto a mí!- decía con una desesperación absoluta, tal que nunca había sentido antes.
¿Sera por qué al dejarme llevar por el aire y esperar por ella en lo que tengo de memoria, el destino se aburrió de llevar esa vida tan cíclica?
-¿Dónde me llevan?- Sentía movimientos bruscos y de manera uniforme, a pesar de que se encontraba en la oscuridad más los movimientos que le impedían pensar que estaba pasando fuera de su mundo oscuro, no se quejaba solo… se dejaba llevar.
De repente una fuerte luz salió disparada, desvaneció lo que parecía ser una utopía de oscuridad se desvaneció como los algodones y el pasto se dejan dominar por el aire.
Cuando pudo observar el nuevo mundo que lo preparaba, se dio cuenta que estaba arropando a una señora, no tenía capacidad de resistirse ni de mucho menos la voluntad de hacer que sus pensamientos sean oídos.
Dejándose llevar, tomar el camino, hacer lo que hace la señora sin reproches. Solamente disfrutaba la brisa y lo nuevo que veía, no se daba cuenta, pero su mar blanco y puro poco a poco se perdía esa cualidad.
Se dio cuenta hasta que sintió un calor ferviente, un calor que emanaba odio, incomoda pero sin reproches, se tiño de una tinta rojiza cálida y acariciada por un humo negro, perdió la pureza de su blancura que tanto conocía, era la primera vez que se enojo pero no lucho, no tenia caso, no tenia destino, solo se dejo llevar como el aire lo hacía en aquel campo.


-¿Dónde me encuentro?-
-Me encuentro en un océano lleno de colores-
-¿Qué soy?
¿Dónde está el roció que me acaricia cuando apenas veo la luz?
-¿Por qué los demás reflejan algo y yo no?-, -No tengo chiste ni espíritu, no tengo sueños ni propósito.
-¡Alto!-
-¿Dónde me llevas?-
-¿Me darás mi roció?-
-¡Espera!-. ¿Qué haces, porque te cubro?
-Acaso no quieres mostrar una actitud, no quieres tener un espíritu, quieres que cubra tus miedos si apenas yo puedo con los míos.-
-¿Señor donde va?-, ¿Por qué quiere vivir una vida tan deprisa en un día tan largo?
El señor había llegado con su familia, abrazando a sus hijos y esposa.
-Que cálido son esos abrazos- ¿Por qué el señor no quiere sentir ese calor?
Recibió un beso por parte de su esposa, beso tras beso que conducía un camino a su dormitorio.
-¿Ese calor se le llama amor?- -¿Por qué el señor no quiere sentir esa calidez tan hermosa?- 
-Ya veo a lo mejor el señor se puede quemar y se desvistió cuando pensó que podría arder en llamas-
-¿Se acabo?- -Parece ser, ya solamente siento frio-
El señor volvió a tomar camino, manejando a toda prisa, se estacionó en otra casa.
-¿Volveré a sentir el mismo calor?-
Sin darse cuenta, se había llenado del espíritu del señor y de su fuente de calor en forma de labial.
-No siento lo mismo, solo escucho gritos, y un calor que emana odio-
-El amor es tan complicado-
-Ahora percibo miedo, que cosa tan más complicada ando arropando-
-Siento algo liquido, ¿Acaso es mi roció?-
-No, no lo es, es rojizo y cálido, el que me daban era incoloro y frio-
Mientras decía esto, observaba a algo que parecía su gemelo, su misma forma de mostrar que no tiene espíritu y ni voluntad, esperando a que las cosas pasen sin buscarla.
La otra también se percató que tenían cualidades iguales.
Al unisonó, en un susurro que nadie excepto ellas podían escuchar mencionaron
-No tenemos sueños, propósitos o destino-
-Esperamos a que el mundo nos de las cosas, preferimos esperar que buscar-
-A la espera y cuando tenemos éxito hacemos nuestro historial grabada dentro de la pureza de nuestro cuerpo-
-Somos el historial de los hombres-
-Al final si tenemos propósito y destino-
Lo mencionaron con carcajadas
- Somos su conciencia que se lava a mano-



                                                                                              Pedro Gaspar.